Volvió a aquella ciudad después de años, aquella ciudad que la había acogido y donde se había forjado su adolescencia y su primera juventud. Allí, en los mismos sitios de siempre, bajo las mismas piedras centenarias y las mismas luces y sombras quiso buscar respuestas en el fondo de los locales nocturnos, esos rincones oscuros, engullidos de gente que se divertía y que necesitaba del contacto físico con los demás. Gran parte de lo que ella era hoy se fue moldeando allí. Por aquel entonces la movían tres cosas, la amistad, el ocio y el amor. Después pasaron los años y el alma fue creciendo, fue dejando en su camino sueños y promesas y buscó nuevas ilusiones, fue tristemente abandonando la belleza amarga de la irresponsabilidad para ir pausadamente madurando. Y precisamente, ayer mientras paseaba por las calles que marcaron sus pasos y daba cuerda a ese reloj añejo que llevaba tanto sin usar pretendiendo hacerle funcionar, de pronto oyó su voz, la voz de la amiga que la había acompañado tantas veces antes y que quiso estar con ella ahora.
-Laura, párate a pensar, no intentes volver a vivir tu vida anterior porque ya nada podrá ser igual simplemente porque ya no somos las mismas.
Esa frase se la quedó marcada. Ya no somos las mismas… Ya no somos las mismas…
E inevitablemente vinieron a su mente fragmentos de su vida que ya quedaban muy atrás… Y durante segundos, volvió su relación con Marco de nuevo, a su mente y a su alma. Y recordó como su relación de cuatro, al abandonar a su novio, se había convertido en una relación de tres y que casualmente se había prolongado durante el mismo período de tiempo que una gestación guiándose por sus mismas fases. Primero la ilusión inicial que ambos sintieron al haber creado algo en común que se fundamentaba en el amor, aunque en ocasiones venía acompañado de horribles vómitos por su parte cuando era abandonada para irse con la tercera. De ahí se pasó a la fase de calma, en la que ambos aceptaron su situación sintiéndose inmensamente felices y por fín la fase final, de seguridad, de confianza plena, pero cargada de ansiedad y nerviosismo por la llegada del momento mas esperado. Y llegó el día. Parto programado. En este caso paría Marco, era lo que habían acordado y el sólo tenía que cumplir con su parte. Claro que era duro, claro que le presionó; pero era necesario para seguir creciendo, para no estancarse. Y entonces, lamentablemente, ocurrió lo peor. El no supo como parir, tal vez porque era hombre su parto fue sin criatura, vacío, esteril, inútil. Y de pronto, se rompieron todos los sueños, todas las esperanzas y se desmenuzó el alma. Por primera vez en su vida, sintió lo que era tener el alma rota y durante días, no amaneció, siempre era de noche, noches que nunca se acababan, noches en soledad, noches sin sueños, noches negras, noches sin estrellas, noches sin amor.
- Ey, Laura, despierta. Claro que no somos las mismas, pero ¿eso que importa? ¿Y todo lo que hemos vivido?
Y continuaron paseando por las calles que vieron sus primeras novatadas, sus primeros pasos en la universidad, sus primeras cañas, sus primeros canutos, sus partidas de mus, sus disfraces y sus anhelos de triunfo y libertad.
miércoles, 7 de febrero de 2007
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