jueves, 14 de diciembre de 2006

Capítulo III - Pasión

Las pasiones surgen casi sin darnos cuenta y cuando queremos dominarlas ya nos tienen tan absolutamente hechizados que es imposible dejarlas de lado. En el caso de Laura, la pasión surgió así, inesperadamente, sin buscarla y fue a raíz del primer momento íntimo que mantuvo con Marco. En la intimidad, como en tantas otras situaciones de la vida, uno puede o no dar lo mejor de sí, aunque para que se produzca una auténtica simbiosis es necesario una entrega incondicional por parte de los dos. Es en esa intimidad, en la que conseguimos despojarnos de lo que somos para manifestarnos irracionalmente, mostrando nuestras pulsiones mas primitivas.
A la mañana siguiente en el trabajo, Laura daba vueltas a su cabeza, delante del ordenador, intentando explicarse a sí misma las muchas sensaciones experimentadas la noche anterior. Desde luego, debía haberse producido una sobresaturación en sus receptores sensoriales, que acompañados por el cansancio y la visión casi etérea de su amante trabajando frente a ella, le hacían transportarse hacia otra dimensión. Por momentos pensó que estaba delirando. Era dificil discernir entre la realidad y el éxtasis de su fusión. ¿Era realmente cierto que la piel de Marco, había formado parte de su piel, abrigándola, arropándola? Debía serlo, pensó, porque aún tenía impregnado su olor carnal en lo más profundo del alma. Lo que ella no sabía es que por más años que pasaran no podría olvidar nunca ese encuentro en el que se prendió la chispa de una pasión, de su pasión más grande.

2 comentarios:

Unknown dijo...

Las pulsiones mas primitivas pueden ser las mas puras o verdaderas.

Un abrazo.

Athena dijo...

Son realmente los deseos internos que de algun modo tenemos que satisfacer.

Maximo, gracias por seguirme